viernes, 21 de mayo de 2010

La caída del Imperio Azteca


Era el año 1519, y el antes hábil y valiente soldado, el emperador Moctezuma II, había quedado atrás, para dar paso a un inquieto y melancólico gobernante.

Se acercaba la fecha prometida, en la que el dios Quetzalcóatl juró volver. El emperador Moctezuma, cada vez más inquieto, consultaba con sus sacerdotes o meditaba en la soledad, encerrado en su esplendoroso castillo.

No pasó mucho tiempo en lo que la gente empezó a inquietarse también, estaban sucediendo hechos extraños, uno tras otro, templos que se quemaban inconteniblemente, gritos de mujeres misteriosas.

Pero, ¿qué significado tenían esos acontecimientos?

Muchos mexicanos, entre ellos Moctezuma, sospechaban que presagiaban el regreso del dios Quetzalcóatl, habían pasado 500 años desde que prometió volver. ¿Qué sucedería? ¿Acaso el dios benévolo acabaría con el dios de la muerte y de la guerra?

Incluso corrían rumores de que hombres extraños se acercaban navegando en barcos en el mar oriental.

Y los rumores estaban en lo cierto; se acercaban las naves españolas.

En Hernán Cortés, el emperador creyó ver a Quetzalcóatl, y temiendo ofender a un dios vivo, Moctezuma vaciló en enviar a sus guerreros a expulsar del territorio mexicano a los invasores. En lugar de eso, permitió que se acercaran a la capital azteca, Tenochtitlán, abriendo con esto, el camino al desastre y la conquista.

Con esto se puso fin a una de las civilizaciones más avanzadas e imponentes de la América precolombina.

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